viernes, 25 de septiembre de 2015

Paz y Perdon



Hoy no escribo por nadie. Ninguna persona ajena a mí me inspira. La paz que siento hace que abra este  cuaderno virtual y tome el teclado.
 
Suena la canción: Hay cosas que te escribo en cartas para no decirlas… y aunque continúa dedicada a un alguien, mi “carta urgente” va por mí. 


Es un día nublado, como me gustan, estando sola (mas no solitaria) como lo disfruto. En mi propio espacio personal, desde mi comodidad.

De donde viene esta paz? No sé, supongo que de arriba. Y es una suposición valida. Soy creyente, y Su mano me cobija. Me invade un regocijo del encuentro conmigo misma, que nace de una seguridad redescubierta, de una fortaleza que hace tiempo que no sentía. De un amor por mí misma superior al que busco en otros.

Hoy hace sentido el escrito de Santa Teresa: que nada te turbe que nada te espante. Y es así, nada me turba… tomo café, escribo, cambio la música, disfruto el día, me disfruto yo.

Pero tengo que buscar un tema más productivo! Algún tópico perdido de esos que hacen que me sienta psicóloga! Ya se – escribiré de las diferencias, de los puntos de vista, del “Yo y mis circunstancias”.

Yo soy yo y mis circunstancias – ya lo estoy comprobando, viendo atrás y analizando mi comportamiento en los últimos años, y viendo el de personas queridas a mi alrededor

Y ahora escribir. Ahora lo pienso mejor. Sí que le voy a escribir a alguien. Pero hay una diferencia entre escribir por alguien y a alguien.

Hoy le quiero dar las gracias mudas a esa persona. A esa que con palabras tan simples me rescató de mi misma.  A esa que durante el viaje más bello me hizo viajar dentro de mi, haciendo de la aventura algo más que recorrer un camino físico y querido. Llevándome a viajar a mis orígenes al tiempo que rememorábamos los principios de nuestra  amistad.

La pregunta fue llana: y por qué? Si TÚ eres! Y en ese momento descubrí que me había perdido. Que me había desviado de mi misma. Y subiendo a esa montaña – esta vez en el lomo de un burro, paradójicamente necesitando ser transportada porque mi cuerpo no tenía la energía… Y así estaba, subiendo al lomo de cualquier burro que se me ofreciera. Entendí que en algún momento había dejado de ser yo para ser de otros. Era líquido que adoptaba la forma de cualquier recipiente. Y para ese momento la última copa se había roto en millones de pedazos y el líquido estaba desparramado en el suelo, salpicando paredes, entre vidrios y lodo. Y ese líquido era yo. Y así estaba mi vida.

Y esa persona, a quien también yo un día rescate, me comentaba  como su gran aventura había tenido su origen cuando yo era quizás de las pocas personas a su lado – ya que para esa época también se había perdido. E íbamos ascendiendo, la persona a pie, con renovadas energías, fuerte y valiente, tenaz y decidido y yo, a tientas, dejándome llevar… tal como estaban nuestras vidas.

Desde aquel día me propuse escalar mi montaña interior, alcanzar de nuevo mi propia cima, reconquistar mi cumbre. Y el camino ha sido arduo, y tropecé y caí, sufrí de hipotermia, me quede sin alimentos, me perdí y me gane su silencio. Y ese silencio también me puso a reflexionar y me hizo encontrar el sendero para seguir y  recordé: “ No conquistamos las montañas, sino a nosotros mismos”

Y desde entonces empece a vivir la vida como si subiera a una montaña. Más bien como si estuviera en medio de una cordillera, conquistando pequeñas cimas, pasando por quebradas oscuras. Y por una vez pienso que estoy cerca de alguna cima importante, y siento paz y me siento fuerte y advierto de los errores que cometí y hoy se rompió el silencio. Y hoy,  respondió a mi mensaje. Y de nuevo me rescató, porque pude confirmar que mi cambio ha sido real.

Y quizás, nueva vez, esa persona ni siquiera se dé cuenta como me ha ayudado, quizás sus palabras y silencios han sido casualidad. Yo no las llamaría así. Las llamo Dioscidencias. Cosas del mismo Dios al cual subió a pedirle perdón, y con el cual  yo también he conversado mucho desde entonces.

Hace unos días entendí que necesitaba perdonar a alguien que ya no estaba más conmigo: mi madre, que quizás no fue todo lo que quise pero que me dio lo mejor de lo que podía. Hoy deseo pedirte perdón tambien a ti, si alguna de mis acciones no fueron correctas, solo era yo y mis circunstancias. 

Pero también hoy, a ti, deseo darte las gracias por darme la esperanza, por recordarme quien yo era. Por impulsarme a escalar mi montana durante un viaje a la montaña…

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera -  Pablo Neruda. 

Hoy es primavera!



No hay comentarios:

Publicar un comentario