Aprender a decir no: por quererse mas, para evitar errores, aceptando nuestro valor, no por egoismo, sino por valentia.
Yo soy! Yo valgo!
(por Hugo Finkelstein)
No es no
y hay una sola manera de
decirlo.
No.
Sin admiración ni
interrogantes, ni puntos suspensivos.
No, se dice de una sola
manera.
Es corto, rápido,
monocorde, sólido y escueto.
No.
Se dice de una sola vez.
No.
Con la misma entonación.
No.
Como un disco rayado.
No.
Un no que necesita de una
larga caminata o
una reflexión en el
jardín, no es NO.
Un no que necesita
explicaciones y justificaciones
no es No.
No, tiene la brevedad de
un segundo.
Es un no para el otro
porque ya fue para uno mismo.
No es no, aquí y muy
lejos de aquí.
No, no deja puertas
abiertas ni entrampa con esperanzas,
ni puede dejar de ser No,
aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba.
No, es el último acto de
dignidad.
No, es el fin de un
libro, sin más capítulos ni segundas partes. No, no se dice por carta, ni se
dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni
mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos; ni con pena y menos aún con
satisfacción.
No es no, porque es No.
Cuando el no es no, se
mira a los ojos y el no se descolgará naturalmente de los labios.
La voz del No, no es
trémula, ni vacilante, ni agresiva y no deja duda alguna.
Ese No, no es una
negación del pasado,
es una corrección del
futuro.
Y sólo quien sabe decir
No,
Puede decir Si.
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