Dedicado con mucho amor y
cariño a algunos a quienes quiero mucho y de quienes me separan unos cientos de
kilómetros de distancia física…
¡Rae! ¡Gracias por
invitarme a tu fiesta de cumpleaños!
Tu casa está a miles de
kilómetros de la mía, y viajo sólo si tengo una buena razón…
Una fiesta para Rae es la
mejor razón y ansío estar contigo.
Inicié mi jornada en el
corazón del colibrí al que tú y yo conocimos tiempo atrás. Fue tan cordial como
siempre, pero cuando le dije que la pequeña Rae estaba creciendo y que yo iba a
su fiesta de cumpleaños con un regalo, quedó perplejo.
Volamos largo rato en
silencio; por fin él dijo: -Entiendo muy poco de lo que dices, pero lo que
menos entiendo es que vayas a la fiesta.
-Por supuesto que voy a
la fiesta -respondí-. ¿Acaso es tan difícil de entender?
Calló, y cuando llegamos
al hogar del búho, dijo:
-¿Es que los kilómetros
pueden separarnos verdaderamente de los amigos? Si quieres estar con Rae, ¿no
estás ya allí?
-La pequeña Rae está
creciendo y voy a su fiesta de cumpleaños con un regalo- dijo el búho.
Tuve una extraña
sensación al decir voy de esa manera, después de hablar con el colibrí, pero lo
dije así para que el búho comprendiese.
También él voló en
silencio largo rato. Fue un silencio amistoso, pero cuando me depositaba a
salvo en el hogar del águila, dijo:
-Entiendo muy poco de lo
que dices, pero lo que menos entiendo es que llames pequeña a tu amiga.
-Por supuesto que es
pequeña -respondí-, porque no ha crecido.
Acaso es tan difícil de
entender?
El búho me miró con sus
profundos ojos ambarinos, sonrió y me dijo:
-Piénsalo.
La pequeña Rae está
creciendo y voy a su fiesta de cumpleaños con un regalo -dije al águila. Tuve
una extraña sensación al decir voy y pequeña después de hablar con el colibrí y
el búho, pero lo dije así para que el águila comprendiese.
Juntos volamos sobre las
colinas, y remontamos los vientos montañeses.
Por fin dijo:
-Entiendo muy poco de lo
que dices, pero lo que menos entiendo es esta palabra cumpleaños.
-Por supuesto, cumpleaños
-respondí-. Vamos a celebrar la hora en que empezó Rae, y antes de la cual ella
no era. ¿Acaso eso es tan difícil de entender?
El águila curvó sus alas
diestramente y aterrizó con soltura, posándose en la arena del desierto.
-¿Un tiempo antes que
empezara la vida de Rae? ¿No te parece más bien que es la vida de Rae la que
empezó antes de que existiera el tiempo?
-La pequeña Rae está
creciendo y voy a su fiesta de cumpleaños con un regalo -dije al halcón-. Tuve
una extraña sensación al decir voy y pequeña y cumpleaños después de hablar con
el colibrí y el búho y el águila, pero lo dije así para que el halcón comprendiese.
Debajo de nosotros, a lo
lejos, se derramaba el desierto, y al final dijo:
-Mira, entiendo muy poco
de lo que dices, pero lo que menos entiendo es crecer.
-Por supuesto, crecer
-respondí-. Rae está más cerca de ser adulta, un año más lejos de ser una niña.
¿Acaso eso es tan difícil de entender?
El halcón aterrizó por
fin en una playa desolada.
-¿Un año más lejos de ser
una niña? ¡Eso suena como crecer!
Y elevándose en el aire,
partió.
Yo sabía que la gaviota
era muy sabia. Mientras volaba con ella pensé con sumo cuidado y elegí las
palabras de modo que, cuando hablara, ella supiese que yo había estado
aprendiendo.
-Gaviota -dije por fin-,
¿por qué vuelas conmigo a ver a Rae, cuando en verdad sabes que estoy con ella?
La gaviota descendió
sobre el mar, sobre las colinas, sobre las calles, y suavemente aterrizó en su
azotea.
-Porque lo importante -dijo-, es que tú sepas
esa verdad. Hasta que la sepas, hasta que verdaderamente la comprendas, puedes
mostrarla sólo de maneras más pequeñas, con la ayuda externa de máquinas,
personas y aves.
-Pero recuerda -agregó-, que el ser
desconocida no impide a la verdad ser verdadera.
Y partió.
Ahora es tiempo de abrir
tu regalo. Los obsequios de latón y de vidrio se gastan en un día y
desaparecen. Pero yo tengo un regalo mejor para ti.
Es un anillo para que lo
uses. Centellea con una luz especial y nadie puede quitártelo; no se lo puede
destruir. Eres la única en el mundo entero que puede ver el anillo que hoy te
entrego, tal como yo fui el único que pude verlo cuando era mío.
Tu anillo te otorga un
nuevo poder. Usándolo puedes elevarte en las alas de todas las aves que vuelan…
Puedes ver a través de
los dorados ojos, puedes tocar el viento por entre sus aterciopeladas alas,
puedes conocer el júbilo de llegar muy alto sobre el mundo y todas sus
preocupaciones. Puedes permanecer cuanto quieras en el cielo, después de la
noche, durante la salida del sol, y cuando tengas ganas de bajar otra vez, tus
preguntas tendrán respuestas y tus angustias habrán desaparecido.
Como cualquier cosa que
no se puede tocar con las manos ni ver con los ojos, tu regalo se torna más
poderoso a medida que lo usas.
Al principio podrás
usarlo solamente cuando estés al aire libre, observando al pájaro con el que
vuelas.
Pero más tarde, si lo usas
bien, funcionará con aves a las que no puedes ver, y al final comprobarás que
no necesitas anillo ni pájaro para volar sola sobre el silencio de las nubes.
Y cuando ese día te
llegue, debes dar tu regalo a alguien que sepas que lo usará bien, y que pueda
aprender que las únicas cosas que importan son las que están hechas de verdad y
alegría, y no de latón y vidrio.
Rae, esta es la última
fiesta que celebraré contigo, después de haber aprendido lo que me enseñaron
nuestros amigos, los pájaros.
No puedo ir a estar
contigo porque ya estoy allí.
No eres pequeña porque ya
has crecido, jugando entre los momentos de tu vida como lo hacemos todos, por
la diversión de vivir.
No tienes cumpleaños
porque siempre has vivido; jamás naciste y nunca morirás.
No eres la hija de las
personas a quienes llamas madre y padre, sino su compañera de aventuras en una luminosa
jornada para comprender las cosas que son.
Cada regalo de un amigo
es un deseo de felicidad, como este anillo lo es para ti.
Vuela libre y dichosa más
allá de los cumpleaños y a través de la eternidad, y nos encontraremos alguna
que otra vez, cuando lo deseemos, en medio de la celebración que jamás puede
terminar.
Richard Bach
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