viernes, 25 de septiembre de 2015

15 de septiembre del 2015


Asi como me llegan los dias malos, los momentos buenos se estan haciendo presentes aunque yo no los quiera ver. Dias cargados de las mas extrañas Dioscidencias. Detalles por doquier, que si un amigo que hace tiempo no me habla, es mas, que se supone esta peleado conmigo, de repente pregunta por la situación y esta tratando de ayudar. Que si me quedo viendo la pantalla de una pagina social pongo el cursor sobre el nombre de alguien muy querido, ya paso dos veces hoy con la misma persona, y este me envia por el celular un mensaje positivo sorpresivo. Que si mi madre de crianza querida, sin preguntar, me manda dinero de regalo para que la pase mejor, que si me entregan una encomienda que hace semanas estaba pendiente, llega un mensaje de recarga en el celular que no solicite, que me pagan dinero que me debían sin cobrarlo, que ya me están haciendo los cojines de los muebles de la casa luego de nueve meses de espera, que si están pensando en mi para nuevas oportunidades en el trabajo....

Cualesquiera de las situaciones anteriores parecen relativamente normales. Si pasaran una vez al mes. Pero no todas en 24 horas y además, a una sola persona y sobre todo a mi. Es un cambio rotundo de la suerte. Como si hubiese tocado fondo y en lugar de ahogarme, porque las piernas no me sostienen, me halan con un harnes y me abren los ojos con pinzas y para mostrarme maravillas cual avances de una película, basada en una continuación de nueva vida.

Nunca es mas oscuro que cuando va a amanecer. Parece que mis lágrimas fueron tantas que la humedad del suelo ahora me hace cosquillas constantemente. No puedo salir de mi asombro. Obviamente debía vaciarme para recibir. Creyente, convencida y por ratos sentada de espaldas. La aurora polar se vislumbra en mi vida, resplandeciente en un cielo oscuro, cumpliendo con las reglas de la naturaleza: en el hemisferio norte se observa mejor entre septiembre y marzo. Mi vida esta amaneciendo de nuevo este septiembre, repleta de colores. Me pide paciencia y forma un torbellino a mi derredor. Pero esta vez el torbellino es de luz. Esta vez me estoy dejando convencer. No voy detrás de lo que quiero, recibo porque merezco. Con humildad acepto, y me lo creo. Es Dios y lo tengo que creer. 



13 de septiembre del 2015


Y paso el juicio de apelación. El dictamen se leerá el próximamente… más espera… más paciencia se me pide.  Muchas palabras de consuelo y no me llegan al corazón. Un corazón drenado, abatido, frustrado. Esa es la palabra: Frustración. Ya no cuestiono, ya no discuto, solo espero.

El juicio fue sórdido, una maraña de monólogos vacíos, cargados de veneno y mentiras, pedazos de relatos cuidadosamente editados para darle forma a un cuento de pesadillas. Sentí que explotaba, que me moría, que estaba completamente drenada y que no podía más. Solo venía a mi mente la imagen de mis hijos y sabía que por ellos no podía claudicar. Que tenía que ser aún más valiente, que tenía que ser madre por encima de ser humana.

Y entonces me pare y hable. Un largo discurso de 22 minutos, de verdades. Logre captar la atención de los jueces. El silencio en la sala denso. Palabras coherentes llenas de sentimiento. No sé si dije lo correcto. Es que no tengo nada correcto que decir, porque no puedo decir nada que no sea verdad. Y como dice el escudo de la nación que me pide que confíe en su sistema: “Y la verdad os hará libres”.

Salí de allí extenuada. Llegue a casa y dormí horas. Necesitaba descansar. No huir.  Recordaba lo dicho y me lamentaba por lo demás que me falto. Pude haber dicho tanto más! Quería que todo el mundo se diera cuenta, que  escuchara más que palabras y entendiera lo que pasaba. Y hable por mí, y por las personas que se han visto atrapadas por un psicópata (perfecta amalgama de inteligencia y maldad – con excepcionales habilidades de manipulación).

Y a los pocos días descubrí que tenía un plan para mí. Que ya no me importa nada que no sea luchar. 

Me descargue. Me recupere. Siento paz. Volví a ser. Ya salió el rencor de mi interior. Me volví a conectar con la que fue, con la persona sana y amable, con la sonrisa a flor de piel, con amor propio, con decisiones.
 
Y ahora veo el mundo diferente, y llevo el pecho erguido y la cabeza en alto. Y mi vida se comienza a ordenar. Y me vacié para poder recibir. Y estoy recibiendo

24 de agosto del 2015



Escribo porque quiero, escribo porque me surge --- por ahí viene otro juicio, el de la apelación… se atreverán por fin a decir la verdad? Reconocerán los hechos y quien los hizo? Lindas se escuchan las palabras de los abogados: no tienes que temer, no hiciste los recibos. Pero esas palabras retumban lejanas en mis oídos… no hay razón alguna para tener que haber llegado tan lejos. Se supone que en cada fase alguien consciente tenía que haberse dado cuenta. Darse cuenta… palabras épicas de quien hoy esta  ensañado en mi contra y que alguna vez fue el perfecto consejero. Palabras épicas de un as de la maldad. El se dio cuenta… de cómo se puede engañar y salir prácticamente ileso. Gestor impecable de un tinglado que ha destrozado mi vida. Que me he parado y continuado? Si, con mucho esfuerzo, que lucho? Si, a costa de mi propia vida. Que soy valiente? Si, y quien dijo que necesitaba probarlo? Mártires… Dios no quiere mártires… retumban como un eco las palabras del  Padre Angel pronunciadas hace tiempo y ante situaciones mucho menos adversas. Hoy esas palabras me dan fuerza y a la vez me hacen pensar en el camino recorrido desde entonces… parece que aquello no fue suficiente y necesitaba más para mi crecimiento. Pero nunca quise crecer así. Soñaba con un mundo azul, de unicornios y sirenas… donde si yo me daba a mí misma con buenas intenciones, hacia el bien, trabajaba duro, mantenía una conducta recta, el resto se daría por añadidura. Y no fue así. El mundo no es azul sino más bien gris oscuro, inhóspito, injusto. Ame, trabaje, me comporte, hice el bien sin mirar a quien y cometí graves errores: entregar mi corazón a la persona equivocada, no quererme, no valorarme, soportar. He pagado con la salud de mis hijos, con mi libertad, con lágrimas, con dolor, con soledad. Hasta cuándo? Hasta donde llega la maldad humana? Hasta cuándo habrá personas capaces de crear mentiras para ganar unos cuantos pesos? Hasta donde llegara la maldad para destruir una vida inocente a cambio de dinero mal ganado?

Parezco fuerte. No lo soy. Estoy drenada. Solo me concentro en dar un paso a la vez. Trato de mantener la cordura. Me cuesta.

El elogio del silencio



de Alberto Masferrer

Silencio es recordar que toda palabra tiene un hoy y un mañana; es decir; un valor de momento y un alcance futuro incalculable.

Silencio es recordar que el valor de la palabra que pronunció no tanto viene de su propia significación ni de la intención que yo le imprimo, cuánto de la manera con que la comprende quién la oye.

Silencio es reconocer que los conflictos se resuelven mejor callando que hablando, y que el tiempo influye más en ellos que las palabras.

Silencio es reprimir la injuria que iba a escapársenos, y olvidar la que nos infirieron.

Silencio es recordar que si hubiera diferido una hora sola mi juicio sobre tal persona o suceso, en esa hora pudo llegar un dato nuevo, que hiciera variar aquél juicio temerario y cruel.

Silencio es recordar que el simple hecho de repetir lo que otros dicen, es formar la avalancha que luego arrastra la reputación y la tranquilidad de los demás.

Silencio es no quejarse, para no aumentar las penas de los otros.

Silencio es decir HICE, en vez de HARÉ.

Silencio es recordar que la palabra al pronunciarla, se lleva una parte de la energía necesaria para realizar la idea que aquélla encarna.

Silencio es no exponer la idea o el plan a medio concebir, ni leer la obra en borrador, ni dar como criatura viviente lo que es apenas un anhelo.

Silencio es la raíz y por eso sostiene.

Silencio es la savia, y por eso alimenta.

Silencio es recordar que si para nuestras cuitas y esperanzas es nuestro corazón un relicario, el corazón ajeno puede ser una plaza de feria y hasta un muladar.

Silencio es el capullo donde la oruga se cambia en mariposa y silencio es la nube donde se forma el rayo.

Silencio es concretarse, seguir la propia órbita, hacer la propia obra, cumplir el propio designio.

Silencio es meditar, medir, pesar, aquilatar y acrisolar.

Silencio es la palabra justa, la intención recta, la promesa clara, el entusiasmo refrenado, la devoción que sabe a dónde va.

Silencio es SER UNO MISMO, y no tambor que resuene bajo los dedos de la muchedumbre.

Silencio es tener un corazón de uno, un cerebro de uno, y no cambiar de sentimientos o de opinión porque así lo quieren los demás.

Silencio es hablar con DIOS antes que con los hombres, para no arrepentirse después de haber hablado.

Silencio es hablar uno calladamente con su propio dolor, y contenerlo hasta que se convierta en sonrisa, en plegaria, o en canto.

Silencio es, en fin, el reposo del sueño y el reposo de la muerte, donde todo se purifica y restaura, donde todo se iguala y perdona.

Poema del vigilante y el ladrón



 Todo depende de la luz,

de la manera de iluminar las cosas...

Todo depende de la forma,

de los contornos,

de las interpolaciones y

de las dudas.

Todo también depende

de que el tiempo nos marque,

de que los espacios nos den los titulares.

El verdadero problema es elegir entre

perseguir las sombras

o resignarse a ser el perseguido.

Un extraño “To be or not to be”

en este casi ser

en este casi no ser.

Salir desde las sombras

o hacer las sombras perdurables.

Y en la última etapa del abismo

después de liberar a los otros,

a todos los que son los otros,

recordar,

sin urgencias,

que uno es el preso.

Y a partir de allí...

liberarse.

 Hamlet Lima Quintana